Yo amaba a una mujer en los balcones
de Santiago antiguo, mucho antes de morir,
mucho antes de nacer, en primavera,
que miraba tras las nieblas de la angustia.
Las calles paralelas, las veredas
con sus árboles pequeños y en desorden;
las casas hermosas de los ricos
las casas limpias de los pobres.
Las plazas tristes de amores silenciosos.
Yo amaba a una mujer en los balcones
de Santiago antiguo,
cuando aún habitábamos sus calles.
Salones oscuros, ventanales finos,
portales de nostalgia y soledad;
arden los leños en invierno
y en las manos un paño por coser.
Nada queda, dijo una voz nocturna,
pues se han ido todos a los barrios nuevos.
Yo amaba a una mujer perdida.
¿Qué fue de sus ojos, de sus manos, de su amor?
Nadie transita por los patios.
Los callejones permanecen muertos.
¿Quién recuerda los ojos y las manos
de quienes habitaron estas calles?
Yo amaba a una mujer en los balcones
de Santiago antiguo, antes del otoño.
Una mujer sin esperanzas sin memoria,
transeúnte de las calles y los parques
detenida en esta esquina por las tardes.
Yo amaba a una mujer hermosa.
Después de fríos años de dolor
he conseguido olvidarla para siempre,
al fin,
esta mañana.
julio 25, 2005
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2 comentarios:
en verdad nunca dejo de amar a esa mujer, que se la llevo el golpe militar.
Es muy hermoso EL POEMA
Me gusta la poesía cuando admite el alma y le da fuerza a las palabras
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